Con a nafra d’o güembro cuasi curada, soi emezipiando a rodar n’o gudron con unos trangos febles y mielsudos con l’unico obchetiu de no plegar guaire cremau ta nadal, y poder empezipiar entrenos de ran con rasmia.
Hoy no escribiré ni de bicis, ni de competición, si no del otro componente que forman nuestro ciclismo, el paisaje.
El paisaje como espacio percibido por el ciclista, el paisaje como moldeador de los recorridos que nos ofrece y sufrimos a la vez que apreciamos, y el inmenso abanico de posibilidades que ello ofrece. Por un regular, un paisaje escarpado nos incita a pensar, difícilmente erróneamente, que los repechos seran los principales componentes de nuestro recorrido, y un paisaje de llanura por el contrario, nos incita a un delicioso paseo sin dificultades orográficas.
A principios de S.XX los geógrafos alemanes dividieron el paisaje en Kulturlandschaft y Naturlandschaft, este segundo haciendo referencia a la naturaleza percibida por el individuo , variable en el tiempo y en el espacio. Con esto quiero llegar, a que un paisaje que atravesamos casi a diario en bicicleta es abstraído por nuestra mente sin apreciar lo que tenemos hasta que sufre una variación.
El verde pasillo de pinos que te acompañaba hasta coronar, ha desparecido dando lugar a lo que se observa en imagen.
Pues bien, todos aquellos lectores de la gran urbe aragonesa, habrán transitado no una si no muchas, por uno de los bosques Mediterráneos de Pinus halepensis mejor conservados de la depresión media del Ebro, El Alto de Valmadrid; hoy y tras un verano infernal para nuestra tierra, este bosque que desprendía cierto encanto para los que casi a diario transitábamos ese camino, esta reducido a cenizas, y aunque había evitado ir hasta ahora, por fin me decidí y me aventure a ver lo que allí se ofrecía.
Un nudo en mi garganta fue la primera sensación que tuve, pero una vez terminada la subida y observando el Naturlandschaft, abandone el alto con una sanación de tristeza que aun saboreo. Yo posiblemente nunca vuelva a disfrutar de la sombra de aquel pasillo de pinos que te acompañaba en enzerrinados esfuerzos. Por eso os pido que apreciéis por donde entrenáis, paseáis o lo que sea, y que no os trasportéis con orejas de burro que no ven más allá del cuentakilómetros. Disfrutar del entorno, porque un día puede no estar.
1 comentario:
Hola Carlicos, q tal vas pájaro?
Que desolador ha quedado todo, yo no he pasado todavía, pero a mí me paso lo mismo la primera vez que pasé por Castejón de Valdejasa después de la quema, saludos campeón.
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